Me acuerdo muy bien a aquel día cuando decidí no ir al colegio. Tenia pánico a la vida, de suspender. En vede de seguir con mis rutinas me escondí en los jardines al lado de las tumbas en el cementerio. No querría estar más a este mundo. Querría dormir, descansar eternamente, escapar de todo esto que me pareció repugnante. Dentro de lo malo tenia suerte, el medico certifico no sé que enfermedad y una semana más tarde me examino, aunque nadie sabia de mi estado de ánimo o no querrían saber nada de el. Me sentí solo y vacío. Llego a la conclusión que esta vida no merece la pena vivirla. Estaba seguro que no hay otro camino para mi. No quiero acordarme en más detalles pero lo intente varios veces en total no ha sido mi “hora”.
Sé que muchos han pasado esto y espero que cada año es más probable que nadie tiene que superarlo sin ayuda. Precisamente es una de mis motivos porque he creado este espacio. Quiero aportar mi granito de arena, mi pequeña parte de apoyo, con mis conocimientos y experiencias, servir con este medio algo a los que sufren y van a sufrir de esta enfermedad de las emociones. Sé que es poco que puedo dar pero merece la pena intentarlo, de eso estoy seguro.
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